MARIA PEREZ GARCÍA

En esa misma casa nacieron sus tres hermanos: Antonio, que murió a la tierna edad de dos años, y sus queridos hermanos Luis y Carmen.
Comentaba María que de sus padres solo guardaba buenas palabras, sobre todo de su madre, porque a su progenitor apenas lo conoció, ya que se fue a Barcelona “a buscar trabajo” cuando ella “era muy joven” y ya nada más se supo de él pues allí murió, en cambio, de Alejandrina recuerda “lo buena que era”. Entre los peores momentos que recordaba, estaba el de  la trágica muerte de su hermana mayor Carmen, cuando solo era “una cría de 11 ó 12 años”. Falleció aplastada por una grúa en la estación de tren que Colmenar tuvo durante muchos años. Decía que aquel instante nunca se le había ido de la cabeza, a pesar de que entonces era “muy pequeña”.
Estudió con la maestra doña Severina Plaza en la escuela de niñas que estaba entonces en lo que es ahora el Teatro, aunque perfeccionó su lectura leyendo los periódicos, sobre la mesa del comedor de su casa, la misma que habitaron antes sus padres y sus abuelos, leía sobre todo el ABC, “que era el periódico que más le gustaba”, y que compraba casi a diario.
Alejandrina
El comedor era una habitación sencilla, aunque con un cuadro monumental (que podemos ver en la imagen), un retrato de su madre pintado por Ulpiano Checa, con el que al parecer su familia tuvo una gran amistad.
Cristiana practicante, estuvo siempre muy vinculada a la iglesia al ser vecina de ella, no pasaba un domingo sin asistir a la misa y le tenía especial fervor al Cristo del Humilladero. Era una gran aficionada a los toros, y durante largo tiempo tuvo un abono en Las Ventas y contaba que fue muchas veces junto a su hermano a la Maestranza de Sevilla en época de feria. Un poco más tarde se hizo aficionada al fútbol, y aunque era partidaria de que ganasen los equipos de Madrid, se manifestaba seguidora del Atlético de Madrid.

Perteneciente a una de las familias más “acomodadas” de Colmenar de Oreja, tenía en su cabeza innumerables sucesos de la historia de nuestra ciudad, que contaba de manera ordenada, con un lenguaje rico lleno de detalles y matices.
Aunque le gustaba ocuparse personalmente de su hacienda, hasta que se jubiló, paso gran parte de su vida en la tienda de zapatos que le pusieron sus padres nada más acabarse la guerra, porque lo que más le gustaba a ella “era vender”, y Luis, su inseparable hermano, se encargaba del campo.

Muchas veces comentaba con cariño que “Vendía todas las botas del campo de la zona. Venían de todos los pueblos a comprarme, hasta de Aranjuez. ¿Y sabéis por qué? Porque eran las más baratas. Yo las ponía a 15 duros y el resto a 30”, y a continuación explicaba el secreto: “Nunca compraba a los viajantes. Iba a Elche y me traía 200 ó 300 pares. Allí me conocían todos los fabricantes”.

Su gran aspiración fue siempre la de poder contribuir a la construcción de una plaza de toros fija para Colmenar, hasta el punto de comprometerse a ceder ella el terreno para tal fin.

Su gran deseo: “que le respetasen siempre a sus muertos”.

Por su generosidad, altruismo, su contribución a la música y en particular por su aportación a la recuperación de un instrumento histórico de Colmenar de Oreja, que enriquecerá la liturgia de nuestra Iglesia con el nuevo órgano, el Ayuntamiento de Colmenar de Oreja, en la sesión plenaria del día 1 de mayo de 2009, concedería a doña María Pérez García la distinción de “Destacada del Año”.

El pasado 27 de enero de 2012 tuvo lugar el acto de constitución de la “Asociación de Amigos del Órgano de Colmenar de Oreja”, y todos los asistentes acordaron por unanimidad nombrar a doña María Pérez García Asociada de Honor, por su “incuestionable contribución al nacimiento de esta Asociación y al enriquecimiento cultural de Colmenar de Oreja”, al haber sido la promotora y financiadora de la construcción del órgano que posteriormente cedió a su ciudad natal representada en la Iglesia de Santa María y en el Ayuntamiento de Colmenar de Oreja.